domingo, 17 de octubre de 2010

Vivo estás

Te miro intenso

Me descubro

En tu rostro

En esos marrones glaucos.

Hace unos días

Me llevaste a pasear

en aquel Dodge inolvidable

Y ahora los bocados no

Tienen sentido en ti

Solo te arrastras a la horizontalidad

De los muertos en la cama

domingo, 29 de agosto de 2010

Cultura de la impro


No me entusiasma la designación de Juan Ossio como Ministro de Cultura. No me entusiasma los candidatos a la alcaldía cuando improvisan lo que supuestamente harían por la Cultura (suena tan etéreo el término) y uno intuye que cualquiera que gane te echará de "sus" plazas intocables que no soportan intervención ciudadana alguna. Victor Vich comparte este texto a proposito del debate de los candidatos a la alcaldía en la ANR.

La cultura en las elecciones municipales.


En gesto inédito y de una importancia mayor, la Universidad Científica del Sur convocó ayer a los principales candidatos municipales a que expusieran sus ideas relativas a la implementación de políticas culturales capaces de contribuir al mejor desarrollo de la ciudad. Se trató de una iniciativa que merece destacarse pues es la primera vez que los políticos tocan el tema de la cultura de una manera exclusiva y, sin duda, ello generará un precedente para futuras contiendas electorales. Más allá de las improvisaciones, la falta de conocimiento en estos temas y del desorden en las ideas propuestas, lo cierto es que ahora que se creará un Ministerio de Cultura y que se avecina una nueva campaña presidencial, este nuevo tema ha sido ya puesto sobre la mesa y esperemos que los próximos candidatos lleguen con mejores ideas y propuestas.

La necesidad de construir una ciudadanía más inclusiva fue un punto central del debate y por ahí comenzaron a surgir temas relativos al combate frente al machismo, la homofobia y las prácticas racistas que todavía estructuran buena parte de la vida peruana. Aunque no se escucharon sólidas propuestas al respecto, lo cierto es que comenzaron a barajarse algunas alternativas. Susana Villarán, por ejemplo, propuso construir corredores más dinámicos de circulación cultural entre los distintos distritos de la capital y Lourdes Flores se esforzó por integrar en su plan a las prácticas populares más allá de los gustos de las élites. Ambas se comprometieron a retomar la importante experiencia de los “Munilibros” que Alfonso Barrantes implementara en la década del ochenta. Ojalá cumplan dicha promesa. Fernando Andrade y Huberto Lay no tuvieron mucho que decir y Fernán Altuve optó por no presentarse al debate, dejando plantada a la ciudadanía que se quedó sin escuchar las propuestas de su partido en el ámbito cultural. A pesar de que los organizadores realizaron muchos esfuerzos para contar con su presencia, a último minuto Altuve decidió que habían cosas más importantes que hablar sobre la cultura.


Pero no fue solo dicha anécdota la que trajo un mal sabor a este debate electoral. Cuando a las tres de la tarde llegamos a la Asamblea Nacional de Rectores, los organizadores nos contaron que habían recibido una llamada del PPC (el Partido Popular Cristiano que lidera Lourdes Flores) en la que vetaban la presencia del periodista Pedro Salinas y la mía propia. A Salinas, increíble e injustamente, lo vetaron por haber hecho públicas, hace poco, sus preferencias electorales y a mí no sé por qué razón, pero intuyo que se debió a que hace algunos años escribí un artículo cuestionando la decisión de Lourdes Flores de aceptar volverse una empleada en una de las empresas de Raúl Diez Canseco justo en el momento en que éste se encontraba metido en un escándalo que todos conocemos. En todo caso, y como ayer pudo comprobarse, a los políticos tradicionales no les gusta el pensamiento crítico y no conciben los debates electorales como reuniones fértiles para adquirir nuevas ideas y reformular las suyas propias. A ellos solo les gusta, las sonrisita fácil, el aplauso barato y las cámaras por todos lados. Los medios de comunicación deberían ser más firmes al respecto. Por eso –y por muchas cosas más- es que hoy tenemos que votar por una persona nueva, por una agrupación distinta, y dejar atrás a esos partidos llenos de telarañas, engreimientos inaceptables y prácticas autoritarias que impiden la realización de un abierto y sano debate electoral.

martes, 29 de junio de 2010

El nuevo cine peruano y Paraíso de Héctor Gálvez.

Si bien la producción cinematográfica en el Perú es prácticamente inexistente, se producen en promedio cuatro películas al año[1], desde el 2000 para adelante hemos vivido la emergencia de un nuevo cine peruano. Estas películas que cambian nuestro paupérrimo panorama cinematográfico son Días de Santiago y Dioses de Josué Méndez, Made in Usa y La teta asustada de Claudia Llosa, y Paraíso de Héctor Gálvez. Todas marcan tajante distancia con el cine tradicional peruano (Lombardi, Tamayo, Aguilar, Durán, etc.), tanto por la propuesta estética, -hay un lenguaje cinematográfico propio que se manifiesta en la preocupación por los planos, por lo visual; desapego por una narración de secuencias, risueña e incluso ingenua; este nuevo cine juega con el silencio, con lo no dicho; le huye a los picos dramáticos y sus finales son abiertos- como de calidad, más allá de una afirmación subjetiva los premios y menciones obtenidos en diferentes festivales las abalan.

A excepción de Made in Usa, todas las películas mencionadas cuentan historias urbanas donde la violencia (política en dos de ellas), el desarraigo, la incomunicación y la marginalidad trazan el destino de los protagonistas. Además, la migración las atraviesa ya sea como tema principal o secundario. Paraíso nos cuenta un poco de las vidas de Antuanet, Sara, Lalo, Joaquín y Mario; adolescentes y jóvenes que viven en la periferia pobre de Lima, en el asentamiento humano “Jardines del Paraíso”.

Si algo los une es la casi nula y conflictiva relación con sus padres. A Antuanet su madre, le quiere imponer lo que deberá estudiar al terminar el colegio (el padre solo aparece mencionado en la discusión); La madre de Lalo solo aparece cuando lo golpea por las malas notas que tiene y cuando echa a los amigos que vienen a buscar a su hijo; Joaquín, a pesar de tener una madre risueña y comunicativa, no es capaz de comunicarse con ella, no es capaz de expresar lo que siente, lo que le pasa a pesar de entender la lengua materna de su madre (mujer quechuahablante). A la madre de Sara no parece interesarle que su hija haya abandonado el colegio y mucho menos su iniciativa de retornar. Ésta madre es la única que encuentra una mayor presencia en el film. Ella tiene que lidiar con sus propios traumas, el haber sido violada colectivamente por los militares durante el periodo de violencia política. Es así que el papá de Sara encuentra representación solo a través de la fantasmal y perturbadora figura de un progenitor-violador, peor imagen de un padre creo que no puede existir, que aparece por las noches, en el sueño de la madre. Y por último, Mario es echado de su casa y es el que menos relación tiene con sus padres.

Pero el gran drama del film es el futuro incierto que caer como una oscura red sobre estos jóvenes peruanos, que son los excluidos del festín del chorreo y de la fiesta macroeconómica. Ni siquiera les queda la ilusión del camino de la educación como salida y forma de tener una vida digna, pues la educación que reciben es una estafa, es la piscina que el profesor manda a cavar a los chicos en el terral del colegio. Joaquín y Mario han fracaso escolarmente y Lalo parece ir en ese camino, solo les queda elegir entre el subempleo (trabajos esporádicos en una recicladora o de muñeco de pollería) o el robo y los asaltos eventuales o, como en el caso de Mario, alistarse en el ejército. El final de Joaquín partiendo con uno de esos circos miserables donde será el nuevo hombre araña nos hablan al menos de la iniciativa por ser un árbol fertil en medio del desierto. Si bien se presagia que el futuro es incierto y duro, hay un halo de optimismo en el fin.

[1] Pensemos en Argentina, donde se producen en promedio 60 películas anualmente.

martes, 1 de junio de 2010

La cinta blanca



Este año La cinta blanca compitió (de Michel Haneke), junto con La teta austada y El secreto de sus ojos, por el Oscar. No ganó, pero vale la pena verla y pensarla. La historia transcurre en un pueblecito protestante del norte de Alemania en 1913, poco antes del inicio de la I Guerra Mundial. El barón, el capataz, el médico, el pastor, la comadrona tienen hijos que asisten al mismo colegio y participan del coro de la iglesia. Hechos violentos comienzan a sucederse y nadie da o no quiere dar con los responsables: la caída del doctor, el incendio del granero, la muerte del canario, la tortura de Sigi y del hijo down de la comadrona. Todo ello es rememorado por el profesor muchos años después. Él ve en los comportamientos represivos y violentos del pueblo síntomas de lo que vendría y se desencadenaría después, una devastadora guerra mundial.

Si algo marca el sino de los pequeños es la férrea educación protestante que aprisiona sus cuerpecillos en una brutal represión que solo desencadenará en violencia, pues no existe espacio para el diálogo, para la negociación solo una voz unidireccional totalizante. La única agencia de los niños es responder con violencia. Quizá la principal hipótesis de la película sea precisamente que los regímenes autoritarios, en una familia, en la sociedad o el estado, solo generan violencia como respuesta a esa misma violencia autoritaria.

Además, en los niños hay una exigencia alta de obediencia. Se grafica mejor esto en la familia del pastor que castiga con sadismo a sus hijos, por ejemplo la cinta blanca que les coloca en el brazo es como un estigma que ellos deben de cargar hasta recuperarse del pecado (recuerda a cinta que llevarían los judíos décadas después durante la II Guerra Mundial). El pastor se siente con autoridad máxima, es un hombre orgánicamente autoritario. Los hijos responden a través de una resistencia indirecta (trampa al doctor, muerte del pájaro, etc.).

La heterogeneidad de familias que se nos muestran (la familia del Barón, del pastor, del médico, del capataz, de los empleados) representan a través de un desplazamiento sinecdótico (parte-todo) a toda la sociedad alemana de principios del siglo XX. Por ello, la película tiene un espíritu altamente político, su premisa principal es obviamente los mecanismos como se construyeron los Estado-nación en Europa. En este sentido, el director pareciera plantear por oposición una nueva clase en emergencia que se diferencia del sistema gamonal-patriarcal antidemocrático del pueblo. Este espacio es representado por el banquero italiano del cual se enamora la Baronesa. Recordemos que ella y sus hijos parten a ese país, luego de la tortura a Sigi. Sigi elabora el duro trauma que le deja el maltrato de los otros niños con la ayuda del banquero (que suponemos no se tiene negado los sentimientos). La Baronesa menciona que una figura fundamental para esta recuperación de Sigi fue el banquero. El banquero representaría otro tipo de pensar la sociedad y el mundo, por oposición a la alemana, un espacio más democrático y modernizado. Además, por lo que cuenta la Baronesa, el banquero se permite tener sentimientos para curar a Sigi, lado imposible del Barón que como todos los hombres de la hacienda se tiene negado la ternura y la muestra de afectos a sus hijos y esposas. El Barón parece no entender nada cuando su esposa le dice que se ha vuelto a enamorar de este hombre diferente (al macho que es el Barón). A éste lo único que le interesa saber es si su mujer se acostó con el banquero. Como si la baronesa se fuese a ir por la forma en que le hizo el amor otro macho y que por tanto pone en duda su virilidad, su sistema patriarcal. La situación es más compleja que esa, por supuesto. Guiño sutil y estupendo de Haneke.

martes, 25 de mayo de 2010

Breve nota a Elephant de Gus Van Sant


Elephant está basada en la matanza ocurrida en Columbine. La vida cotidiana de los alumnos se esboza desde diferentes puntos de vista, todos estos se terminan enlazando al estallar la tragedia. Se trata de una reconstrucción sosegada y distante emocionalmente. No hay picos de drama, incluso el final es abrupto y nos deja la sensación de una expectativa frustrada. Este tono narrativo, es el tono que ha caracterizado el cine de Vant Sant y al llamado cine independiente o cine-arte.

Si algo caracteriza a Elephant es el miedo al sermón, al discurso pastoral sobre una sociedad en la cual comprar armas es tan fácil como comprar libros. Elephant es una película compleja y rica en símbolos en tanto no se explicita “la causa” del porqué estos chicos cometen una masacre en su colegio; por el contrario, la película muestra diferentes síntomas que pueden ser las posibles motivaciones del actuar de estos jóvenes enajenados (enajenados en tanto parecieran no tener amigos, ni tampoco enamoradas, el gregarismo parece ser un utópico en sus vidas).

Solo quisiera hacer alusión a dos potentes metáforas que coparon mi atención: el piano y el juego de video. En una escena, ambos jóvenes están en un cuarto. El chico rubio juega este juego elemental en el que se dispara gente indefensa, de civil, en un horizonte blanco. Es un juego tan simple que resulta vacío y cruel, matar por matar, matar como fin y no como medio para alcanzar el éxito de una operación milita, por ejemplo. No hay reto alguno, es un juego para autómatas. De otro lado, el otro chico interpreta bellamente una melodía de Beethoven, casi con perfección, pero falla, maldice las partituras y decide ir por el videojuego de matar en el horizonte blanco. Creemos que este cambio, del piano hacia el video juego, representa el fracaso del arte, el arte en tanto actividad edificante que nos hace más sensible como especie y como individuos. Quizá también nos quiere decir como no basta solo con el arte para “salvarnos” de la enajenación, sino que debe de haber otras condiciones para hacerlo, como unos padres que se encuentren presentes y no sean sujetos sin rostro con los que cuales solo compartimos un desayuno, o la incapacidad de los profesores para interactuar y saber que siente sus alumnos.

viernes, 7 de mayo de 2010

Entre el cine show y el cine arte…Crepúsculo y Déjame entrar



Hace algunas semanas vi estas dos películas que pendulan bajo el tema del vampirismo. Entonces, me resultó inevitable compararlas. Ambos films están basados en libros con distinta suerte: Twilight (2005) de Stephenie Meyer, convertida ya en bestseller y secuelas, y la otra, Déjame entrar (2004) de John Ajvide Lindqvist, con menor éxito comercial, pero con traducciones a algunas lenguas (entre ellas el inglés y el español). En el caso de Déjame entrar es importante destacar la participación del Ajvide en la adaptación fílmica.

A nivel espacial ambas películas no desarrollan su acción narrativa en grandes ciudades o en el centro mismo de una ciudad, sino en lugares periféricos y pequeños, ya sea el pueblo de Fork o un suburbio de Estocolmo. Los personajes inmersos en este espacio son jóvenes: el caso de Bella (17) y Oskar (12), que viven en el seno de una familia disfuncional. Bella acaba de mudarse para vivir con su padre y Oskar vive con la madre y visita los fines de semana a su padre. Ambos son hijos únicos.

De otro lado, si en algo coinciden los vampiros de ambos films es que son cubiertos por un aire de androginia, el caso más explícito y complejo es el de Eli (luce como niña, pero su rostro tiende a la masculinidad, sumado su caótico cabello negro azabache). Pero, Oskar también luce andrógino, angelical, casi asexuado (el cabello largo y rubio, el cuerpo delgado recuerda al bello Tadzio de Muerte en Venecia). El caso menos notorio es el de Edward, el vampiro de (Crepúlsculo), su palidez, sus labios intensos y su mirada profunda parecen delineados y le otorgan un aire femenino. Eli también destaca por la cicatriz en el pubis, ¿acaso, en la película, se sugiere una ablación? Estableciendo correlato con el libro queda mucho más clara esa fugaz imagen, en el libro se alude que en algún momento Eli fue niño.

Diferencias:

Si bien, la figura del vampiro es una alteridad en relación a lo humano (alguien que en “esencia” dejó de serlo abruptamente en determinado momento) y, por tanto, deja de inscribirse a una especie y a su cultura, podemos encontrar matices en la construcción de Edward y Eli: Edward a pesar que es percibido como raro o extraño, se inscribe menos conflictivamente dentro de de su comunidad: colecciona discos de música, vive en una casa bella con un orden convencional, conduce un moderno auto, usa gafas llamativas (es un vampiro acomodado), en definitiva su ex-centricidad tiene un halo misterioso que no provoca repulsión, sino atracción. Por el contrario, Eli representa una alteridad más radical, por lo tanto, más perturbante: está mucho más vinculada con lo crudo (bebe solo sangre humana y no de animales como Edward), no es capaz de alimentarse de comida humana (cocida), su cuerpo expresa un rechazo visceral representado en el vómito (pareciera que Edward si podría consumir alimentos, pues en una escena vemos a su familia cocinando comida italiana para Bella), Eli vive en un departamento que no tiene muebles, duerme en la bañera, debajo de varios cobertores, su situación es más precaria y marginal. En definitiva, está más alejado de lo humano, su ex-centricidad es mayor, es más salvaje y atemorizante. Aunque ambos coinciden en tratar de acatar los imperativos culturales para atenuar su “diferencia”, para pasar desapercibidos y así sobrevivir: Edward solo consume sangre de animales y Eli no quiere matar para conseguir sangre, le encarga el trabajo a otro (humano) En ambos casos lo hacen para negar su identidad.

Carencias y afectos:
Bella y Edward, dentro de sus excentricidades, son personajes más típicos, menos problemáticos; por el contrario, Oskar y Eli nos presentan figuras mucho más complejas: por su ambigüedad sexual, por su naturaleza más salvaje en una y por su desarraigo social en el caso de Oskar (es víctima de abusos sistemáticos en el colegio, no tiene amigos, etc.). Incluso, los padres de Bella se inscriben en esa simplicidad: ambos son heterosexuales. En el caso de Oskar se sugiera la homosexualidad del padre (la visita de un amigo que quiebra el vínculo cercano y amigable en una fría noche de sábado).

Bella y Edward parecen jóvenes que se enamoran por simple atracción. Por el contrario, Oskar se encuentra sumido en un estado de carencia y el azar le da la oportunidad de conocer a Eli. Entre ellos hay más que pasajera atracción o flechazo. Oskar necesita conexión con alguien para poder ser y construir una identidad que se aleje de lo enajenante: cuando Oskar no conocía a Eli, solía mirarse en el vidrio que daba a la calle, a la oscuridad, a la nieve; ese reflejo le devolvía una imagen distorsionada, difusa de sí mismo, una imagen que producía cierto vértigo bajo el fondo oscuro. O cuando realiza el acting de defenderse de sus agresores apuñalando un árbol. Oskar ya no se mira en ese espejo aberrante ni se deja abusar luego de conocer y estar con Eli. A su vez, Eli necesita de alguien, su antiguo acompañante, un hombre ya mayor, se ha suicidado luego de un intento fallido por conseguir sangre, la policía lo ha apresado y pueden dar con el paradero de Eli. Por ello, la pequeña vampira también necesita a alguien que la acompañe, que la endoculture, en ambos hay carencias que se pueden llenar a partir del otro.

En el epílogo, cuando lo mejor para ambos parece ser la distancia, (Si Eli no se va pueden dar con ella) Oskar nuevamente se mira en el espejo y vuelve a ver esa imagen distorsionada, sin límites claros. Eli vuelve y restaca a Oskar, esta vez de las garras de un chico mucho mayor que él. Ambos parten en un tren sin destino. Alfredson, el director, ha descrito el final de su película como un happy ending. No sé si sea un final feliz, pero si me sentí reconfortado viendo a esos "chicos apatridas" partiendo juntos a una vida que se augura incierta y extraña, pues lo incierto y extraño lo es menos si tienes unos ojos en frente en los cuales representarte bajo un halo mejor contorneado y claro.

viernes, 30 de abril de 2010

Un inédito de Gramsci

Fuente: www.pagina12.com.ar

A continuación, en forma íntegra, el artículo juvenil de Gramsci sobre la cuestión armenia, publicado en El Grito del Pueblo, el 11 de marzo de 1916:

“Es siempre la misma historia. Para que un hecho nos interese, nos toque, es necesario que se torne parte de nuestra vida interior, es necesario que no se origine lejos de nosotros, que sea de personas que conocemos, de personas que pertenezcan al círculo de nuestro espacio humano.

“En Padre Goriot, Balzac hace formular a Rastignac la siguiente pregunta: ‘Si cada vez que comiese una naranja, muriera un chino, ¿desistiría usted de comer naranjas?’. Y Rastignac responde más o menos lo siguiente: ‘Las naranjas están cerca de mí, yo las conozco, los chinos están tan distantes que no sé si realmente existen’.

“Tal vez nunca llegaremos a dar la respuesta cínica de Rastignac. Entre tanto, cuando vimos que los turcos masacraban a millones de armenios, ¿sentimos el mismo dolor agudo que experimentamos cuando somos testigos del sufrimiento y la agonía, o cuando los alemanes invadieron Bélgica? Es una gran injusticia no ser reconocido. Eso significa quedar aislado, cerrarse en el propio dolor, sin posibilidad de contar con el apoyo de afuera o de la comparación. Para una nación significa la desintegración lenta, la anulación progresiva de los lazos internacionales. Significa ser abandonado, quedar indefenso frente a los que no tienen razón, pero sí tienen espada y dicen cumplir un deber religioso a través de la destrucción del infiel. Así, en sus momentos más dramáticos, Armenia solamente recibió unas pocas expresiones verbales de conmiseración y de repudio a sus ejecutores. ‘Las masacres armenias’ se tornaron proverbiales, pero fueron apenas palabras que sonaron huecas y fallaron en configurar las imágenes de hombres de carne y hueso. Hubiera sido posible obligar a Turquía –dependiente como era de todas las naciones europeas– a no atormentar a quienes tenían como único deseo ser dejados en paz.

“Nada fue hecho, o por lo menos nada que produjese resultados concretos. Apenas Vico Mantegazzo citó, ocasionalmente, a Armenia, en sus prolijas divulgaciones sobre política oriental. La Primera Guerra Mundial levantó, una vez más, la Cuestión Armenia, más sin mucha convicción. Cuando Erzerum cayó en poder de los rusos la retirada de los turcos de los territorios armenios recibió en nuestra prensa menor espacio que el dedicado al aterrizaje del Zeppelin en Francia.

“Los armenios que están desplegados por Europa debían habernos hablado sobre su país, su historia, su literatura. Lo mismo que aconteció en Persia, ocurrió con Armenia. ¿Quién sabe que los grandes árabes (Avicena, Averroes y otros) son en verdad persas? ¿Quién sabe que casi todas las cosas que pertenecen a la civilización árabe son en realidad persas? O aún más, ¿cuántos de vosotros tenéis conciencia de que todos los esfuerzos recientes para modernizar Turquía se deben a los judíos y a los armenios?

“Los armenios deberían haber hecho conocer Armenia. Deberían haberla traído a la vida y a las mentes de los que la ignoran, que nada saben a su respecto y que por eso no le tienen simpatía.

“Alguna cosa está siendo hecha en Turín. Una revista llamada Armenia está siendo publicada, y a través de diferentes colaboradores se habla sobre el pueblo armenio: quiénes son, qué quieren, en qué se pretenden transformar.

“En ese proyecto, debe ser incluida la publicación de varios libros que introduzcan más persuasivamente y con mayor fuerza a la historia, la cultura, la poesía y la lengua del pueblo armenio.”

Hasta allí Gramsci. Siempre un adelantado. Siempre con los que sufren. Los argentinos, en los organismos internacionales, debemos luchar para que Turquía reconozca su genocidio en todos sus detalles. Nosotros, que en nuestro territorio ocurrió el nefasto método de la “desaparición de personas”, uno de los peores crímenes masivos de la historia de la humanidad, la llamada “muerte argentina”, tenemos ese deber de conciencia.

viernes, 23 de abril de 2010

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (Tim Burton)




La película representa dos mundos: la alta clase inglesa del siglo XIX y El País de las Maravillas. Si algo diferencia marcadamente ambos mundos es que en el primero, los hombres ejercen el poder, el control, la hegemonía; en el segundo, las mujeres lo hacen en una dualidad marcada por la oposición (Reina Blanca y Reina Roja). Ambos mundos son articulados por Alicia, pues es la única que transita entre uno y otro. Su mundo, sociedad inglesa, es un mundo con marcadas convenciones y reglas asfixiantes que condicionan la libertad de la mujer. Alicia transgrede este mundo a través de actos tan simples pero definitorios: no usar medias ni corsé. Además, está a punto de ser comprometida con un hombre que no le produce ninguna afección positiva. El amor signado por el deseo sexual y en enamoramiento no es posible.

El Mundo de las Maravillas simbolizaría un proceso interior y personal en el cual Alicia decide enfrentarse a todos esos mandatos que le exigen un modo particular de ser. La lucha final con el monstruo y su victoria simbolizaría un no rotundo contra lo que se esperaba de ella (un compromiso que se consumaría en el matrimonio y la crianza de los hijos. En definitiva, una vida restringida al ámbito privado). Finalmente, su libertad termina consolidándose con un viaje lejano a una colonia inglesa (China).

Entonces, el discurso de la película repite sin mayor innovación el discurso reivindicativo de la libertad y autonomía de las mujeres que se ha ido asentando en los últimos cuarenta años y que hoy forma parte de la oficialidad en el mundo occidental. Si bien Alicia es escogida como lideresa en la cruzada contra la Reina Roja porque tiene una sensibilidad particular para percibir la naturaleza (más allá del oráculo, ella ve al conejo que lo guía al inframundo). En este sentido sigue el estereotipo que afirma que las mujeres están más vinculadas a la naturaleza (por su capacidad reproductiva y nutricia) que a la cultura (patriarcal, monopolizada por los hombres). Obviamente, la cultura goza de mayor status (Sherry Ortner). Si en algo coinciden Alicia, La Reina Blanca y La Reina Roja es en el contacto más próximo con los animales: Alicia es sensible al contacto con ellos (mientras baila antes de ser comprometida, pierde el compás al ver el vuelo de las aves), La Reina Roja esclaviza a los animales y La Reina Blanca aboga por una relación más igualitaria entre la especie humana y estos. Además, esta reina tiene prácticas de brujería (en una escena se la ve preparando una poción). Nuevamente, se cae en el estereotipo de mujer como bruja. Durante la caza de brujas en el siglo XVII la proporción entre brujas y brujos fue de 8 a 1 (Álvarez Uría). Es decir, la mujer nuevamente vinculada con lo irracional, alejada del paradigma que gobernó la modernidad. Finalmente, Alicia tiene que tomar rasgos de masculinidad para vencer al monstruo: armadura (invulnerabilidad) y espada (forma fálica). Es decir, Alicia necesita ser una mujer fálica para dar muerte a todos sus resquemores. La pregunta que queda abierta es si no habría otras formas para alcanzar la libertad.

viernes, 2 de abril de 2010

Hay días que las tetas me persiguen By Pedro Mairal

hay días que las tetas me pesiguen
a partir de noviembre sobre todo
las tetas me provocan a su modo
me buscan y me apuntan y me siguen
con el calor asoman se acrecientan
inundan sobresalen en su altura
con su poder plural y su bravura
las tetas en noviembre me atormentan
llenan todo de sed y van triunfantes
se posan en el aire y al mamífero
lo abisma tanto escote tan mortífero
le duele tanta vida por delante
yo me quiero morir arrinconado
por un gran par de tetas sepultado

miércoles, 24 de febrero de 2010

Me regalas un par de medias color cebra

Me regalas un par de medias color cebra. Me las calzo. Obviamente sabes que estoy alcoholizado y no dices nada…habrá que guardar silencio e intentar bailar los pasos de sobriedad.
Te veo después de mucho, Antonio. Veo que las cosas te han ido bien. No recuerdas la última vez que estuvimos ceremonia en el lugar más inesperado del mundo, en uno de esos edificios que asaltan la plaza San Martín.
Ella quiere que sea su Virgilio en una nueva ceremonia a tu lado. Río cuando me lo dice. El borde de la trama no tiene día. Últimamente he tenido sueños intensos. Como esto que te cuento. Me regalas un par de medias color cebra

sábado, 20 de febrero de 2010

Barranco, Alianza…Constantino

El día que Alianza le ganó a Estudiantes de la Plata estuve caminando por Barranco con J. No presagiábamos lo que vendría luego, aquella mágica noche de juego bonito. Las últimas veces que he caminado por Barranco he tenido la hueca sensación que algo se incrustó hace unos años: la invasión de un gran orifico invisible que tiñó de gris todo ese espacio tan amigable de tradición. La magia de Barranco se fue al traste con la muerte de Constantino, al menos para mí. Constantino era Barranco, o parte de él y viceversa. Él creó ese orificio descomunal, ese malestar tan corrosivo de no-vida, de desamor. Quizá aún no haya duelo en mí.

El último jueves, ver ganar a Alianza fue... no encuentro signo para describirlo. Curioso recordar a Constantino, tan intensamente, aquel mismo día de la épica grone. Nada es casualidad, ¿no? Por unas de las calles me pareció ver al joven jugador Luis Trujillo en un bello auto rojo. Fue imposible no pensar en las generaciones de jóvenes jugadores que pasaron por Los reyes rojos y que aprendieron a hacer del mundo suyo, interior, un lugar menos agresivo.

domingo, 24 de enero de 2010

TRANSFORMEMOS EL PERU

¿En qué momento se jodió el Perú? Hace décadas que buscamos la respuesta y siempre terminamos echándole la culpa a quienes nos han gobernado. Y por más que querramos deslindar nuestra responsabilidad por la crisis social que asfixia al Perú, compartimos demasiados habitos que nos hacen muy parecidos a quienes culpamos y criticamos. Es esa "viveza" que alimentamos todos, días tras día, la que no nos deja salir del subdesarrollo. ¿Qué tan vivo eres tú?