viernes, 23 de abril de 2010

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (Tim Burton)




La película representa dos mundos: la alta clase inglesa del siglo XIX y El País de las Maravillas. Si algo diferencia marcadamente ambos mundos es que en el primero, los hombres ejercen el poder, el control, la hegemonía; en el segundo, las mujeres lo hacen en una dualidad marcada por la oposición (Reina Blanca y Reina Roja). Ambos mundos son articulados por Alicia, pues es la única que transita entre uno y otro. Su mundo, sociedad inglesa, es un mundo con marcadas convenciones y reglas asfixiantes que condicionan la libertad de la mujer. Alicia transgrede este mundo a través de actos tan simples pero definitorios: no usar medias ni corsé. Además, está a punto de ser comprometida con un hombre que no le produce ninguna afección positiva. El amor signado por el deseo sexual y en enamoramiento no es posible.

El Mundo de las Maravillas simbolizaría un proceso interior y personal en el cual Alicia decide enfrentarse a todos esos mandatos que le exigen un modo particular de ser. La lucha final con el monstruo y su victoria simbolizaría un no rotundo contra lo que se esperaba de ella (un compromiso que se consumaría en el matrimonio y la crianza de los hijos. En definitiva, una vida restringida al ámbito privado). Finalmente, su libertad termina consolidándose con un viaje lejano a una colonia inglesa (China).

Entonces, el discurso de la película repite sin mayor innovación el discurso reivindicativo de la libertad y autonomía de las mujeres que se ha ido asentando en los últimos cuarenta años y que hoy forma parte de la oficialidad en el mundo occidental. Si bien Alicia es escogida como lideresa en la cruzada contra la Reina Roja porque tiene una sensibilidad particular para percibir la naturaleza (más allá del oráculo, ella ve al conejo que lo guía al inframundo). En este sentido sigue el estereotipo que afirma que las mujeres están más vinculadas a la naturaleza (por su capacidad reproductiva y nutricia) que a la cultura (patriarcal, monopolizada por los hombres). Obviamente, la cultura goza de mayor status (Sherry Ortner). Si en algo coinciden Alicia, La Reina Blanca y La Reina Roja es en el contacto más próximo con los animales: Alicia es sensible al contacto con ellos (mientras baila antes de ser comprometida, pierde el compás al ver el vuelo de las aves), La Reina Roja esclaviza a los animales y La Reina Blanca aboga por una relación más igualitaria entre la especie humana y estos. Además, esta reina tiene prácticas de brujería (en una escena se la ve preparando una poción). Nuevamente, se cae en el estereotipo de mujer como bruja. Durante la caza de brujas en el siglo XVII la proporción entre brujas y brujos fue de 8 a 1 (Álvarez Uría). Es decir, la mujer nuevamente vinculada con lo irracional, alejada del paradigma que gobernó la modernidad. Finalmente, Alicia tiene que tomar rasgos de masculinidad para vencer al monstruo: armadura (invulnerabilidad) y espada (forma fálica). Es decir, Alicia necesita ser una mujer fálica para dar muerte a todos sus resquemores. La pregunta que queda abierta es si no habría otras formas para alcanzar la libertad.

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