miércoles, 22 de abril de 2009

Cafe Tacvba vuelve a Lima.

El 30 de mayo los tacvbos volverán a tocar en el Parque de Lima como parte de la gira "20 años, 20 ciudades". Felizmente una vez más Lima entró en la agenda. Por esto recordé que hace tiempo quería postear una de sus canciones más lúcidas y bellas. Hablo de "Trópico de Cáncer":

Como es que te vas salvador de la compañia,
si todavia hay mucho verdor.
Si el progreso es nuestro oficio
y aun queda por ahi mucho indio
que no sabe lo que es vivir
en una ciudad, como la gente.
Que no ves que eres un puente
entre el salvajisimo y el modernismo,
Salvador el ingeniero, salvador de la humanidad.
Esta muy bien lo que tu piensas pero,
por que no te acuerdas que la nuestra
es una civilizacion muy avanzada,
como dice la gente.
Que no ves que nuestra mente
no debe tomar en cuenta a ecologistas, indigenistas,
retrogradistas ni humanistas.
Ay mis Ingenieros Civiles y Asociados,
no crean que no me duele irme de su lado,
pero es que yo pienso que llegado el tiempo
de darle lugar a los espacios sin cemento.
Por eso yo ya me voy, no quiero tener nada que ver
con esa fea relacion de accion,
construccion-destruccion.
Ay mis companeros Petroleros Mexicanos
no crean que no extrañoel olor a óleo puro
pero es que yo piensoque nosotros los humanos,
no necesitamos mas hidrocarburos.
(Y los sobrevivientes de San Juan Ixhuatepec
cantaban tu turu turu turu uh)

domingo, 19 de abril de 2009


GANO ALIANZA, CARAJO!

Acaba de ganar Alianza faltando 5 minutos, y de qué manera: le volteó el partido, con purito corazón, a Cristal. Ayer también había ganado Alianza… por el cambio las elecciones presidenciales. Doble celebración.

Hay esperanza en el club ahora que gente cuyo único mérito en la vida fue amasar un poco de dinero (Cuchi, Franco y compañía) deja Alianza. Gente que, entre otras perspectivas, veía a los jóvenes jugadores solo como potrillos de su tranquera, y no como seres humanos en los cuales también había que desarrollar habilidades extra-futbolísticas para vivir la vida fuera de una cancha de fútbol; es decir, la mayor parte de sus existencias. Alguna vez un entrenador de menores del club me comentó que a Cuchi le parecía mariconadas los trabajos de cerámica que hacían los juveniles como parte de su desarrollo integral.

A pesar de los claros ejemplos que dejaron sus antecesores (Masías, Farah, Pichling y Constantino Carvallo, desde la educación integral), estos dirigentes no fueron capaces de seguir con esa mística humanística que tuvo Alianza desde fines de los noventas. Esa historia que se ha contado por la TV pero no tanto en el papel. Esa historia que nos habla de W, un jugador juvenil y ahora profesional que ganó hoy, que vivía en un tugurio en La Victoria junto a una madre drogadicta y a una hermana prostituta, o aquellos anónimos adolescentes que se quedaron en el camino, como H que murió de forma absurda, como se mueren los pobres en el Perú (Carvallo dixit): estampó su cabeza contra un poste mientras iba en una couster o aquel otro jugador, imposible de ayudar, que moriría en Lurigancho.

Las historias del fútbol sobrepasan los estadios y las canchas de entrenamiento, pero la miopía de los periodistas deportivos, o mejor dicho los periodistas de fútbol (porque este es su único monotema) no parecen percibir ese aspecto crucial y la mayoría de veces dramático. Me copa de esperanza la presidencia de Guillermo Alarcón, pues le cedió la posta Augusto Claux que venía con una plancha heterogénea llena de humanidad y mística: el empresario Fernando Farah, el sociólogo Aldo Panfichi, el filósofo y ex comisionado Salomón Lerner y del cual también formara parte Constantino Carvallo. Es inevitable pensar en el maestro Constantino sonriendo donde quiera que se encuentre, o mejor: riendo a carcajadas por el triunfo de hoy y por el de ayer. Arriba Alianza!

jueves, 9 de abril de 2009


Migración, decadencia criolla y necesidad de lo andino en La teta asustada.

Si el tema principal de la película es el trauma no elaborado producto de la violencia política, otro tema que me parece fundamental y atraviesa toda la película es uno de los fenómenos que más ha modificado la fisonomía de Lima y del Perú: la migración. Una migración que en sus inicios anegó de esteras los cerros desérticos y ha llegado literalmente hasta los portones de casonas criollas en barrios ahora mesocráticos, últimos reductos de parte de la aristocracia que no supo adaptarse a los cambios de los últimos 40 años.
Una de las imágenes más contundentes de la película es aquel mercado laberíntico, diseñado no por los parámetros urbanísticos del Estado ni de ninguna empresa transnacional, sino por esos migrantes. Este mercado parece a punto de tomar el amplio patio y la casa de la pianista, empleadora de Fausta. La aparente ebullición de ese mundo vivo de colores y sonidos, pero también caótico, contrasta con el silencio aséptico, el halo fantasmal y de penumbra de aquella casa de techo de tejas en una ciudad en la que nunca llueve. Ambos mundos son separados por un portón, el cual Fausta y el jardinero atraviesan innumerables veces, pero por el cual nunca osa pasar la dueña de casa.
Si Fausta viene de aquel “mercado” en ebullición, la casa sobresale por un estado casi inerte, perfecta sinécdoque de la mujer que la habita: pianista infértil a nivel creativo. Precisamente, el vínculo que se establece entre la pianista y Fausta es muy revelador. La relación se mantiene distante hasta que la pianista, en un estado de crisis creativo, parece paralizada por el tiempo muerto y la melancolía que evoca la casona y los límites de sus muros, necesita de Fausta para volver a crear, para volver a la vida.
Es este encriptamiento que no le permite reinventarse, nutrirse y germinar creación a través de su incapacidad para conocer y relacionarse con el otro andino. Precisamente, para germinar y poder sintetizar algo nuevo aparece Fausta y su canción de sirenas que inspiran y afinan a los instrumentos de los músicos andinos[1]. Entonces, podríamos decir que se establece un tinkuy frustrado entre la pianista y Fausta. Un intercambio a partir de lo estético que es resignificando por ambas: se intercambia asimétricamente perlas por canciones. Pero para Fausta esas perlas son más mercancía que un objeto suntuoso de ostentación, Fausta necesita esas perlas para enterrar a su madre; de otro lado, para la pianista criolla las canciones son más producto estético (en un sentido occidental) que práctica tradicional comunitaria, sin autoría, como fines pragmáticos: cohesión de la comunidad a través de reglas y prohibiciones. La pianista no es conciente de esto, más bien su mala conciencia le hace saber que está hurtando algo que no le pertenece. No obstante, se termina apropiando las canción como composición suya, claro que pasado por un tamiz transculturador que le quita toda esa posibilidad de alteridad perturbante para su público. Además, será interpretado por un piano, artefacto musical de occidente que no ha sido sistemáticamente resignificado por el hombre andino como la guitarra o el arpa.
En este sentido, el primer piano representa, el orden caduco en infértil de la decadente aristócrata, incapaz de germinar por sí misma a partir de su semiosfera cultural, sin un contacto con el otro. Recordemos que la pianista la lanza por la ventana, producto de su impotencia. El jardinero y Fausta terminarán quemando este piano caduco. El segundo piano que llega a casa, representaría la apertura de la pianista hacia lo andino y su imprescindible necesidad para producir belleza: canciones.
Pero este intercambio no termina siendo justo porque una rompe con el pacto establecido tácitamente (una perla por canción). La pianista luego de su exitoso concierto termina echando a Fausta a la oscuridad de la noche al borde de en una vía rápida, conciente de que el éxito se lo debe a esta mujer andina subalternizada. La culpa de una wirakocha que si bien no saquea el bien del otro, lo termina robando con sutileza.

[1] En este sentido es bueno mencionar una imagen de Guaman Poma de Ayala de su monumental Nueva Coronica y Buen Gobierno. En la página 316 del original aparece dos músicos y dos sirenas en el proceso de creación estética en el Ande. (Imagen de este post)