sábado, 23 de junio de 2012

Yo no sabía que se iba a morir tan pronto


Yo no sabía que se iba a morir tan pronto. Yo ya solo le seguía la corriente, me había dicho que le sacara los piojos, que le picaba mucho la cabeza. Y yo hacía que le sacaba los piojos y los mataba: tic, tic, con mis uñas. Y le decía tienes piojos blancos, negros, gringos; de todas las razas. Y ella me decía, ya ves mamita, que tenía muchos. Me agradeció. Aquel día también me pidió que le preparara un tiradito, para esos arequipeños todo es su tiradito. Qué rico que comió la abuelita, con bastante ají. Luego se fue a la cama y me dijo: llama a todos mis hijos, necesito hablar con ellos. Pero mamita ellos están trabajando, cómo los voy a llamar. Por favor, llámalos. Y así lo hice. Uno a uno fueron llegando sus hijos. Habló con casi todos, menos dos que no llegaron. Una de sus hijas, no recuerdo bien porque no pudo venir, y su otro hijo que estaba en Canadá. Todos vinieron y yo ya no sé que hablaron con ella. Y no podía meterme y esa misma tarde la abuelita murió.

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