sábado, 28 de marzo de 2009

La teta asustada: Recomendaciones, Sociedad Civil y Memoria.

Las recomendaciones de la CVR exhortan a la sociedad civil -organizada o no- a la producción de construcciones y gestos simbólicos para re-cordar, re-presentar y re-parar lo que peruanos, los menos reconocidos, padecieron durante la violencia política 80-00. Desde el 2003, año de la presentación del Informe, los únicos que asumieron el compromiso fueron la sociedad civil organizada en ongs. Recordemos, entre otros actos, “El quipu de la memoria” (2005) o la edición de libros fundamentales como Chungi. Violencia y trazos de memoria (COMISEDH, 2006) o Rescate por la Memoria. Sacsamarca (SER, 2005). Por el contrario, los gestos de la ciudadanía fuera de estas instituciones, han sido prácticamente ausentes. Una de las pocas, pero más significativas respuestas fue el CD “Homenaje a la Pachamama” (2005) que realizaron el percusionista Manongo Mujica y Pepita García Miró. La recaudación en ventas (agotadas) de este CD fue dirigido a aquellos que sufrieron el padecimiento de la no-vida de la violencia. En este CD participaron Raúl García Zárate, Princesita de Yungay, Máximo Damián, Jaime Guardia, Manuelcha Prado, la Orquesta Selección del Centro, entre otros.
La teta asustada se suma, de manera hegemónica y poderosa (en términos gramcianos) a la producción simbólica y espontánea de esta pequeña porción de ciudadanía no aglutinada en Ongs. Por qué, porque la magnitud del premio hizo posible que la película alcanzara picos inimaginables de exposición mass-mediática. Esta exposición se materializó en la asistencia de 55 000 espectadores en su primer fin de semana contando solo Lima. Esos 55 000 peruanos de la urbe son reveladores porque se ha dicho hasta el hartazgo que los peruanos radicados en Lima nunca quisieron recordar, oralizar y performar los años de violencia. Sino que optaron por el silencio y la mirada de costado cuando los pies mutilados de muertos vivos se nos escurrían por la TV, en algún periódico o incluso por debajo de nuestras camas o tras la rendija del ropero. La poca sintonía de las Audiencias Públicas transmitidas por Canal 7 y Canal N durante el 2002 y el poco compromiso de otros canales de señal abierta por transmitirlas respaldan esas afirmaciones.
Pero ahora, en el 2009, qué más contundente a nivel de recepción y como archivo para la Memoria, que una película como La teta asustada, si la comparamos con medios cada día más obsoletos y minoritarios como los impresos -libros, periódicos, revistas-, en un contexto de sociedades gobernadas de facto por la tecnología multimedia. Precisamente, los impresos han sido el medio por el cual más se ha trabajado al tema de la violencia.
Alguna vez Carlos Monsivais afirmó que durante el siglo XX los mexicanos aprendieron a construir su imaginario, un pasado en común y su cohesión como nación, no en la institución tutelar de la escuela o la familia sino en el cine nacional mexicano, cine de producción industrial por varias décadas. En nuestro caso, como posibilidad y respuesta, podemos afirmar que los peruanos aprenderemos a mirar a los ojos de nuestros muertos cuando construyamos una memoria que se proyecte al futuro, teniendo al pasado como experiencia y no como lastre. Tzvetan Todorov la llama “memoria ejemplarizante”, esta memoria es la antítesis de una “memoria enferma” como la predominante en la actualidad en la nación, porque como hijos de la violencia nuestro silencio nos ata a un recuerdo tortuoso del pasado, incapaz de ser oralizado o expresado por otros medios, pero que se termina somatizando en la aparente indiferencia de muchos y el resentimiento de otros. Una forma vigorosa para alcanzar aquella memoria ejemplarizante es la necesidad de más producciones simbólicas de la calidad expresiva y estética de La teta asustada. Porque como afirmó alguna vez el poeta y cineasta Pablo Guevara, respecto a las potencialidades del cine peruano y al entusiasmo mesurado que le producía Días de Santiago: una golondrina no hará el verano.

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